Quercetina vs. MASLD
La enfermedad del hígado graso asociada a disfunción metabólica (MASLD) es una afección hepática generalizada que se caracteriza por un depósito excesivo de lípidos en el hígado. Este trastorno se relaciona frecuentemente con componentes del síndrome metabólico, como la obesidad, la diabetes y los perfiles lipídicos anormales. La prevalencia mundial de MASLD es significativa y las proyecciones sugieren que afectará a más de 100 millones de personas en los Estados Unidos y 20 millones en Europa para 2030, lo que representa hasta el 30 % de la población mundial. La MASLD abarca un espectro de afecciones, que van desde la enfermedad hepática esteatótica (SLD) hasta manifestaciones más graves como la esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH). En sus etapas avanzadas, la MASH puede progresar a cirrosis y potencialmente conducir a un carcinoma hepatocelular, lo que subraya la naturaleza crítica de este problema de salud. Un proceso celular clave implicado en la MASLD es la autofagia, que desempeña un papel vital en el metabolismo de los lípidos y el mantenimiento de la homeostasis celular. En la MASLD, este proceso a menudo se ve comprometido, lo que resulta en una mayor acumulación de lípidos hepáticos e inflamación. Varias proteínas relacionadas con la autofagia, entre ellas Beclin1, LC3A, SQSTM1 (p62), CD36 y Perilipina 3, son cruciales para regular este proceso. Las alteraciones en la función o expresión de estas proteínas contribuyen significativamente al desarrollo y la progresión de la MASLD. Investigaciones recientes han destacado la quercetina, un flavonoide polifenólico natural, como un candidato prometedor para mitigar la MASLD. La quercetina, conocida por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, ha demostrado tener potencial para reducir la acumulación de lípidos hepáticos, mejorar la función mitocondrial y promover la autofagia. Estos efectos podrían resultar beneficiosos para abordar los mecanismos subyacentes de la MASLD. Sin embargo, si bien los resultados iniciales son alentadores, es necesario realizar más investigaciones para dilucidar por completo los mecanismos por los cuales la quercetina ejerce sus efectos y validar su potencial terapéutico en entornos clínicos. Esto subraya la necesidad de continuar investigando el papel de la autofagia en la MASLD y el desarrollo de nuevas estrategias de tratamiento para este trastorno hepático cada vez más frecuente.
Comentario de la columnista de SuppBase Alice Winters:
A medida que profundizamos en el intrincado mundo de la MASLD y su posible tratamiento con quercetina, es fundamental abordar este tema con entusiasmo y cautela. La investigación presentada aquí ofrece una visión tentadora de una posible intervención natural para una afección que se está convirtiendo rápidamente en una crisis de salud mundial. El potencial de la quercetina para mitigar la MASLD es particularmente intrigante. Como flavonoide que se encuentra en muchas frutas y verduras, ya forma parte de la dieta de muchas personas, aunque en cantidades más pequeñas de las que podrían ser terapéuticamente efectivas. Sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias están bien documentadas, pero sus efectos específicos sobre la salud hepática y la regulación de la autofagia son lo que pone las cosas interesantes. Sin embargo, no pongamos el carro delante de los bueyes. Si bien los datos preliminares sobre los efectos de la quercetina sobre la acumulación de lípidos hepáticos y la mejora de la autofagia son prometedores, debemos recordar que muchos compuestos muestran potencial en estudios preclínicos pero no se traducen en tratamientos efectivos en humanos. El salto de la placa de Petri al paciente es largo y a menudo peligroso. Además, la complejidad de la MASLD en sí misma presenta un desafío significativo. No se trata de una afección simple con una sola causa, sino más bien de un trastorno multifacético influenciado por la genética, el estilo de vida y los factores ambientales. Es poco probable que la quercetina, por potente que sea, sea una solución milagrosa. Desde la perspectiva de un suplemento, vale la pena señalar que la biodisponibilidad de la quercetina puede ser bastante baja cuando se toma por vía oral. Esto significa que, incluso si resulta eficaz en los ensayos clínicos, será crucial desarrollar un suplemento que pueda administrar una dosis terapéutica al hígado. Los desafíos de formulación podrían determinar el potencial de la quercetina como un tratamiento viable para la MASLD. El enfoque en la autofagia es particularmente fascinante. A medida que aumenta nuestra comprensión de este proceso de reciclaje celular, también lo hace su potencial como objetivo para intervenciones terapéuticas. Sin embargo, modular la autofagia es un acto de equilibrio delicado: muy poca puede provocar disfunción celular, mientras que demasiada puede desencadenar la muerte celular. Cualquier intervención dirigida a esta vía deberá calibrarse cuidadosamente. En conclusión, si bien el potencial de la quercetina en el tratamiento de la MASLD es apasionante, debemos moderar nuestro entusiasmo con un escepticismo científico riguroso. Mientras esperamos más ensayos clínicos, vale la pena considerar cómo podríamos incorporar más alimentos ricos en quercetina a nuestra dieta como medida preventiva. Después de todo, en el ámbito de la salud hepática, es mejor prevenir que curar.