En el Reino Unido, casi el 92 % de las personas informan que consumen al menos un medicamento de venta libre al año. Estos medicamentos, que incluyen remedios comunes como analgésicos o tratamientos para el resfriado, brindan soluciones convenientes para problemas de salud leves. Sin embargo, ciertos medicamentos no son ideales para las madres que amamantan, ya que pueden interferir con el proceso de lactancia o representar riesgos potenciales para el bebé.
A continuación, se indican 5 medicamentos comunes que se deben evitar durante la lactancia:
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Descongestionantes orales
Muchas personas sufren dos o tres resfriados al año, lo que lleva al uso generalizado de descongestionantes orales de venta libre, como la pseudoefedrina y la fenilefrina. Estos medicamentos pueden aliviar la congestión nasal, pero las madres que amamantan deben evitarlos. Los estudios muestran que incluso una sola dosis de un descongestionante oral puede reducir la producción de leche al disminuir significativamente la prolactina, la hormona responsable de la síntesis de leche. El uso continuo podría afectar permanentemente el suministro de leche, lo que es particularmente preocupante para las madres primerizas o aquellas con una producción de leche inicialmente baja. Las alternativas más seguras incluyen aerosoles nasales descongestionantes que contienen xilometazolina u oximetazolina, que actúan localmente y tienen una absorción sistémica mínima. La inhalación de vapor y las gotas nasales salinas también son remedios no invasivos para aliviar la congestión.
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Codeína
La codeína, un analgésico opioide que se encuentra a menudo en medicamentos de venta libre como el co-codamol, puede pasar a la leche materna y afectar al bebé. Esto es particularmente riesgoso para los recién nacidos o los bebés prematuros, ya que puede causar somnolencia excesiva y problemas respiratorios. En casos raros, el efecto se ha relacionado con la muerte de bebés. Para aliviar el dolor, las madres deben considerar opciones más seguras como el paracetamol o el ibuprofeno, que representan un menor riesgo para el bebé y generalmente se consideran seguros cuando se toman en las dosis recomendadas.
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Aspirina
La aspirina (ácido acetilsalicílico) es un medicamento antiinflamatorio popular que se usa para tratar el dolor y reducir la fiebre. Sin embargo, tomar dosis altas durante un período prolongado puede hacer que el medicamento pase a la leche materna. Además, la aspirina está asociada con el síndrome de Reye, una enfermedad rara pero grave que afecta el cerebro y el hígado en niños menores de 16 años. Algunos productos a base de aspirina también pueden contener cafeína, que puede pasar a la leche materna y potencialmente provocar inquietud en el bebé. En lugar de aspirina, el ibuprofeno es una alternativa más segura para el manejo del dolor, y los antiácidos o los medicamentos a base de alginato son preferibles para tratar el malestar estomacal.
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Clorfenamina
La clorfenamina es un antihistamínico que se usa para aliviar los síntomas de la alergia, como la fiebre del heno. Sin embargo, las madres que amamantan deben tener cuidado al usar clorfenamina, ya que puede pasar a la leche materna y causar somnolencia en el bebé. Esta somnolencia puede interferir con la alimentación y provocar problemas como un aumento de peso deficiente en el bebé. Si bien es posible que se acepten dosis bajas ocasionales, es aconsejable optar por antihistamínicos que no produzcan somnolencia, como la loratadina o la cetirizina. Los aerosoles nasales con esteroides, como la beclometasona y las gotas oftálmicas de cromoglicato sódico, que actúan localmente, también son alternativas seguras.
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Anticonceptivos orales combinados
Los anticonceptivos orales combinados, que contienen estrógeno, están disponibles sin receta en algunas farmacias como parte del servicio de anticoncepción del NHS. Sin embargo, las madres que están amamantando deben evitar estas píldoras. El estrógeno puede suprimir los niveles de prolactina, lo que podría reducir la producción de leche, especialmente en las primeras etapas de la lactancia. Las opciones anticonceptivas más seguras para las madres que amamantan incluyen las píldoras que contienen solo progestina (también conocidas como “minipíldora”) o métodos no hormonales como el dispositivo intrauterino (DIU) de cobre. Es importante que las madres que amamantan consulten la información que aparece en el envase del medicamento y, si no están seguras, busquen el consejo de un profesional de la salud, como un farmacéutico o un médico de cabecera. En muchos casos, el impacto en la producción de leche es temporal y reversible, especialmente con el uso a corto plazo o con dosis más bajas del medicamento.
Comentario de la columnista de SuppBase Alice Winters:
Este artículo ofrece una guía práctica para las madres que amamantan y están preocupadas por los posibles efectos de los medicamentos de venta libre en su producción de leche y la salud de sus bebés. El enfoque en los medicamentos de uso generalizado, como los descongestionantes orales, la codeína y la aspirina, es crucial, ya que son culpables comunes en muchos hogares, pero sus riesgos durante la lactancia no siempre se comprenden bien.
Análisis de riesgo e impacto de los ingredientes:
El debate en torno a los descongestionantes orales es particularmente relevante. La pseudoefedrina y la fenilefrina, que se utilizan a menudo para tratar la congestión nasal, son eficaces para su finalidad, pero pueden interferir significativamente en la producción de prolactina, la hormona fundamental para la lactancia. Si bien el artículo señala con precisión el impacto sistémico de estos descongestionantes, una exploración más matizada de las vías bioquímicas podría enriquecer aún más este análisis. Por ejemplo, la pseudoefedrina inhibe la liberación de prolactina a través de su acción sobre los receptores adrenérgicos, lo que puede provocar una disminución sustancial del volumen de leche. Esta información podría ser beneficiosa para los lectores con una inclinación más científica, especialmente para aquellos que están familiarizados con los mecanismos farmacológicos. La mención de la codeína también es fundamental, ya que los riesgos para el lactante, incluida la depresión respiratoria mortal, han sido bien documentados. La codeína, que se metaboliza en morfina en el hígado, puede tener efectos impredecibles en los lactantes, especialmente en los casos en que la madre es una metabolizadora rápida. La inclusión de un análisis de las variaciones genéticas en el sistema enzimático CYP450, que afecta al metabolismo de la codeína, podría aportar más detalles sobre por qué algunas madres pueden correr más riesgo que otras. Se recomiendan adecuadamente las alternativas más seguras (paracetamol e ibuprofeno), ya que ambas se consideran de bajo riesgo para las madres que amamantan. Sin embargo, es importante señalar que las propiedades antiinflamatorias del ibuprofeno pueden ser más beneficiosas que el paracetamol para algunos tipos de dolor. Se hace hincapié en los riesgos de la aspirina y su posible vínculo con el síndrome de Reye en los niños, aunque el artículo podría explicar con más detalle los mecanismos por los que la aspirina pasa a la leche materna y sus efectos a largo plazo. Cada vez hay más investigaciones sobre los efectos sutiles del uso prolongado de aspirina en dosis bajas, en particular en relación con la salud del desarrollo, que complementarían las advertencias sobre el síndrome de Reye. La cobertura de la clorfenamina, un antihistamínico, es otro punto clave. Si bien sus efectos sedantes en los bebés están bien documentados, el artículo podría destacar aún más los riesgos de los efectos sedantes prolongados, en particular en términos de retrasos en los hitos del desarrollo del bebé. Las propiedades sedantes de la clorfenamina, si bien son una preocupación menor para los usuarios adultos, pueden tener implicaciones a largo plazo para un niño en crecimiento, especialmente cuando se combinan con rutinas de alimentación alteradas. Por último, la sección sobre anticonceptivos orales combinados es vital para generar conciencia entre las madres lactantes. El impacto del estrógeno en la prolactina y su potencial para reducir la producción de leche a menudo se subestima. Más información sobre las diferentes formulaciones de la “minipíldora”, como desogestrel y noretindrona, proporcionaría una mejor comprensión de cómo estas opciones podrían adaptarse a diferentes mujeres que amamantan.
Conclusión:
En general, el artículo logra brindar una guía práctica basada en evidencia para las madres lactantes. Sin embargo, podría beneficiarse de una exploración más profunda de la farmacodinámica subyacente de cada fármaco analizado, así como más detalles sobre las últimas investigaciones sobre el uso a largo plazo o en dosis bajas de estos medicamentos. Estas mejoras no sólo aumentarían su valor para los lectores generales, sino que también aumentarían su credibilidad entre el público preocupado por la salud.